Fue creado en 1998 a partir de la sanción de la Ley 46 de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y gracias al trabajo conjunto de organismos de Derechos Humanos. Su principal objetivo es acercar la historia a los jóvenes y las futuras generaciones y generar conciencia en todos aquellos que visiten el lugar sobre los hechos acontecidos durante la última dictadura cívico militar. Es un grito de NUNCA MÁS.
Lo más importante del parque es el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, diseñado como si fuera una herida abierta. Sobre una zona elevada, sin nada alrededor y con los nombres de las víctimas grabados, se encuentran cuatro muros extensos con treinta mil placas de pórfido patagónico. El diseño respeta el medio ambiente, se integra con el paisaje natural y está en constante transformación ya que todos los años, a medida que se van actualizando los registros, se agregan datos.
Otra obra impactante es la escultura del niño ubicada en el medio del río, que recuerda a la figura en tamaño natural de Pablo Míguez, secuestrado y desaparecido a los 14 años, en 1977.
Es un espacio público de catorce hectáreas de extensión compuesto por amplios sectores verdes junto al río donde se encuentran diferentes monumentos y esculturas que conmemoran a las víctimas, la Base de Datos de Consulta Pública y un Programa de Arte Público. También se encuentra la Sala PAyS, que significa “Presentes, Ahora y Siempre” y sirve para realizar muestras de arte, talleres y actividades artísticas y culturales. Allí también funciona el Centro de Documentación y Archivo Digital y las oficinas de organismos de Derechos Humanos.
El parque invita a recorrer sus monumentos e invita al homenaje y la reflexión en un entorno natural con vista al río.
