El nombre de este restaurante tiene un claro deseo. Ser un honor a sus familias, y a causa de su apoyo, un honor a sus maestros. Y a causa de sus enseñanzas, un honor a su pasión. Con ese espíritu, abren las puertas de su casa para recibirnos con una cálida y fresca atención. El salón es simple y sencillo porque traslada todo su protagonismo a los platos elaborados desde el corazón. Al mediodía, podemos probar ricos sándwiches, pastas, tartas caseras, y siempre algún plato de pescado. A la noche, la carta redobla su apuesta dando paso a presentaciones como pulpo con papas y aceite de oliva; risotto de pato con hongos, setas y perejil fresco o ravioles de centollón del fin del mundo con sus jugos concentrados, puerros glaseados y espinacas frescas.