San Antonio de Areco

A tan solo 80 kilómetros de Buenos Aires se encuentra San Antonio de Areco, un lugar ideal para desconectarse del vaivén urbano, disfrutar de la rica gastronomía criolla, conectarse con la historia y sorprenderse con sus maravillosas antigüedades. Es tan cerca que se puede ir y venir en el día, aunque también es un gran programa quedarse a pasar la noche en una posada de campo para amanecer con el cantar de los pájaros y tomar el desayuno debajo de los árboles.

Areco resiste al paso del tiempo y preserva la esencia de las raíces tradicionales. Su calles, sus casas y sus comercios -con molduras, grandes puertas de madera o de hierro- sus faroles, los colores térreos y los caballos que pasan cada tanto son como un imán no sólo por su belleza, sino porque proyectan una mágica atmósfera de otra época. De hecho, una de las principales atracciones es el casco histórico con su arquitectura ítalo-criolla construida entre los años 1870 y 1930.



Cuando el país apenas nacía, ya en una esquina se encontraba El Boliche de Bessonart: un bar con más de 200 años de historia que supo recibir a gauchos y paisanos y hasta el día de hoy deleita a los comensales con deliciosos platos típicos, donde la estrella indiscutida es la empanada criolla, y sirve el Fernet a la vieja usanza. Otro lugar característico para comer es Ramos Generales, con propuestas como pastas caseras, parrillada y un famoso plato vasco al que nadie puede resistir.

El Museo Ricardo Guiraldes, que recopila arte y tradición, alberga La Blanqueada, una auténtica pulpería restaurada de más de 150 años que recrea a la perfección cómo era el lugar donde se reunían los gauchos del pueblo. A pocas cuadras se encuentran el Museo Las Lilas, con una colección de 80 obras originales del famoso ilustrador Molina Campos, y el Museo Draghi, donde el platero Mariano expone las obras que representan las tradiciones y el arte criollo como mates, bombillas, cuchillos o hebillas de cinturones.



San Antonio de Areco es la escapada ideal para disfrutar en pareja, en familia o con amigos, compartir actividades recreativas, disfrutar del aire puro y conocer un poco más de la historia del país.

 

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